lunes, 4 de febrero de 2013

Un blog y otro más

 (Ego-ísta.latra.céntrica)

Hubo un día que abrí un blog, luego lo cerré y lo volví a abrir, y recuperé letras, versos y alguna que otra manía. Le eché puntos suspensivos sin mirar dónde y no caí en la cuenta de muchas faltas de ortografía. Me corrigieron y me escribieron en otros blogs. Y lo volví a cerrar otra vez.

Seguí escribiendo porque todavía me quedaban recuerdos de los días en la calle;
y unía las piezas el puzzle de la inspiración con cada mensaje que me mandabas
y con cada dedo con el que soñaba que me tocabas.

Otro blog cayó en mis manos y derramé café sobre cada estrofa y me emocioné con cada visita y con cada comentario, sobre todo con tus comentarios. Tus ojos clavados en la distancia en lo único que tenía para compartir... porque a esto nadie le llama vida, la vida entre cuatro paredes solo da para soñar con ventanas.
¿Agorafobia? No, no es eso. Miedo a que te toquen puede que sea más correcto, sé que tiene un nombre pero ahora no quiero acordarme.
(Por lo menos me quedará un viaje a París y saber que leíste mi blog)

Han pasado ya dos años y cada paso que doy fuera, hace que corra kilómetros en mi habitación; y me encierro y bailo sin salir de casa, como quien abre y cierra comillas.
Y siempre me digo que esta vez será el blog definitivo, que ya no juego a desandar. Y apuesto todo por el mañana y una vida que dirigir y controlar sin fobias, una vida llena de páginas que esperan ver la tinta correrse.










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