miércoles, 9 de julio de 2014

Tarde o temprano





Cerró la maleta, y se sentó junto a ella en la cama, para observar por última vez aquella habitación.

En el tocador ya no había rastro de sus cremas, de sus pinturas, de sus pestañas postizas; en unos minutos tampoco quedaría rastro de su rostro en el espejo.

En el entreabierto armario, se asomaba el hueco que dejaba su ropa entre camisas y pantalones que colgaban lánguidos.

En las paredes, las sonrisas de las fotos enmudecían; supuso que ya poco quedaba en ella misma de aquella chica abrazada a su cuello.

En la mesilla de noche de Raúl, el cenicero guardaba las colillas de la discusión definitiva y un libro a medio leer reposaba junto a la lamparita; en su propia mesilla no quedaba indicio de su paso por allí.

Se levantó, bajó la maleta al suelo, y tardó en andar los pocos pasos que la distanciaban de la salida del dormitorio, lo que se tarda en romper una promesa.

Girar el pomo quemó la palma de su mano, abrasando tres años de la memoria de sus líneas.

Para salir de la que ya no era su casa, tenía que atravesar el salón donde Raúl vaciaba la segunda botella de Havana Club, con los ojos confundidos... Llevaba esperando meses que no llegase nunca este momento, el instante justo en el que Melisa, atravesaría aquella puerta blindada.

Ester Sinatxe.