domingo, 22 de diciembre de 2013

Me debes un otoño


Siempre le fui fiel a la piel ajena,
a las mesas de escritorio,
al café en vena,
a los lechos aleatorios.

Nuca pretendí ser tu prioridad,
ni siquiera una promesa sin cumplir.
Quizás me quede en este quizás...
Quizás sólo haya camino para huir.

Pero te seguiré, errando, allá donde te equivoques.
Jugando con la ventaja de ser la perdedora...
Camarera de esta barra libre de consumaciones
que al pisar la calle no se convierte en señora.

Corazón de piedra, papel o tijera.
Mirada que derrumba las estatuas de sal.
Tacto crujiente, voz de hoja seca.
Treinta y tantos besos escondidos en un dedal.

Admitamos que hace ya seis vidas que se nos hizo tarde,
vistiendo este domingo con las galas de la resaca.
Ya sólo me debes un otoño sentados en el banco del parque,
fumándonos las sobras de una noche de banderas blancas.

Ester Sinatxe.