martes, 19 de febrero de 2013

Cuadernos


Se agotan las hojas y son infinitas las horas sin escribir.

Todos los cuadernos desgastados de esperar en la estantería, se abren al paso de las musas y las miran contonearse; clavan sus ojos de espiral en sus escotes y desean, en silencio, que sean esos dedos los que pasen sus hojas.

Envenenan sus esquinas con las espinas de las rosas y se callan el nombre de los protagonistas que salieron a tomar café.

Se quedan en blanco cuando los miro de reojo y, desafiantes, me obligan a empuñar un bolígrafo que se secó el pasado otoño.

Ester Sinatxe.



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