viernes, 24 de mayo de 2013

Old Forester

"Busto de hombre escribiendo" de Pablo Picasso
Se encontró otro día más frente a las hojas en blanco. Le miraban amenazantes, desafiantes. La única manera que tenía para hacerlas frente era… servirse otra copa de Old Forester.


La soledad que tanto había necesitado buscar años atrás para poder concentrarse, ahora era su única compañía. El último en abandonarle fue su editor, cansado de esperar esa obra maestra que tuvo a punto de finalizar durante tanto tiempo. Siempre que se sentía tan seco de ideas… se servía otra copa de Old Forester.


Intentaba escribir sobre algún personaje inventado, un álter ego vividor y mujeriego, ladrón de guante blanco, fumador compulsivo; pero nunca pasaba de la descripción. Otras veces creaba escenarios del crimen perfecto en su cabeza, que no conseguía plasmar en el papel. Historias románticas, historias de corazones rotos; probó todos los clichés. La única manera de calmar la desesperación era… servirse otra copa de Old Forester.


De vez en cuando revisaba los fondos de sus cuentas de ahorro y le tranquilizaba recordar lo prolífico y excelso autor que había sido desde joven; había seguido los pasos de su padre, que tantas puertas le abrió. Su apellido le ayudó a crearse un nombre rápidamente entre los más vendidos, y por suerte, entre los más reconocidos. Resultaba conveniente saber que tenía suficiente dinero como para subsistir un par de años más. Para celebrarlo… se sirvió otra copa de Old Forester.


Había crecido como hombre y como escritor entre éxitos y fiestas; fantoches que adoraban el suelo por donde él pisaba, mujeres de bandera que se sentían más atraídas por su aura brillante y sonante, que por lo que realmente escribía. Fantoches y mujeres de bandera que le hacían sentir el amo y señor del universo, mientras le acompañaban… sirviéndose otra copa de Old Forester.


Entre tantos libros vendidos, celebraciones y excesos, se encontró con María, alma libre, poetisa y tan drogadicta como él. En un principio era compañera de noches locas y discusiones literarias. Amante de escarceos secretos y escritos noctámbulos; compartían colchones y tinta. Al cabo de los años él se había instalado en su casa y ella… le servía cada noche un corpiño y otra copa de Old Forester.


Hubo días que sopesó escribir sobre su histeria de amor con María, pero sólo pensar en ver publicada tanta miseria y delirio drogodependiente, le producía ardor de estómago. Se destruyeron el uno al otro. Competían por ser los mejores en las listas de best sellers, los que mejores críticas cosechaban, y los que mejores amantes paseaban a espaldas del otro. La única forma que conocía para olvidar su imagen, su olor y su cuerpo sobre él era… sirviéndose otra copa de Old Forester.


Volvió a darle un repaso mental a todos los clichés, a todas las idas y venidas de sus pensamientos, y con determinación miró aquellos folios en blanco, blandiendo el bolígrafo cual espada; decidido a ser más resistente que la ausencia de sus musas. Para tomar fuerzas se sirvió otra… ¡Hostia puta! Se había vaciado la botella de Old Forester. Miró el reloj, se puso unas viejas zapatillas y se encaminó a la bodega de la Calle Mayor.


Ester Sinatxe.
(26 - 07 - 2010)

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